Perfidia, James Ellroy e o castelo


Resulta extraño que tras varias horas falando e falando de polis, de asasinatos, de prostitutas, de guerra, de corrupción, de tabaco e de alcohol, non sentísemos en ningún momento a estridencia sonora de ningún coche patrulla, nin sequera dunha ambulancia ou dun camión de bombeiros. Quizais, sí pasaran a poucos metros de nos, quizais non os sentíramos porque, ao fin e ao cabo, estabamos nun castelo. Si, nun castelo. 

Resulta extraño que tras varias horas hablando y hablando de polis, de asesinatos, de prostitutas de guerra, de corrupción, de tabaco y de alcohol, no escuchásemos en ningún momento la estridencia sonora de ningún coche patrulla, ni siquiera de una ambulancia o de un camión de bomberos. Quizás, si hayan pasado a pocos metros de nosotros, quizás no los hayamos escuchado porque, al fin y al cabo, estábamos en un castillo. Si, en un castillo.

James Ellroy e Pemón Bouzas... no castelo

Dudley Smith seguirá sendo implacable no seu ansiado control do máis escuro da cidade de Los Ángeles, Kay Lake buscará o seu soño, o de todas as mulleres como ella, semideusas capaces de converter os homes en caricaturas de si mesmos, sempre e cando consiga fuxir das malas eleccións. 
Dudley Smith seguirá siendo implacable en su ansiado control de lo más oscuro de la ciudad de Los Ángeles, Kay Lake buscará su sueño, el de todas las mujeres como ella, semidiosas capaces de convertir a los hombres en caricaturas de si mismos, siempre y cuando consiga huir de las malas elecciones.

Nos, James Ellroy máis eu, nin fumábamos, nin bebíamos alcohol, deixabamos que as palabras fluiran entre grolo e grolo de auga, protexidos do mundo, incluso das bombas que caían sobre Pearl Harbor, entre as pedras dun castelo, do castelo que imaxinou e sentíu durante a súa estadía en Compostela, na súa querida cidade de Santiago á que prometeu volver para estar cos seus amigos,sobre todo con Eri. Conmigo tamén. Deu unha data, a da publicación do segundo tomo da nova tetraloxía de L.A., serán outras setecentas e pico páxinas que leremos con avidez. 
Daquela, como agora, retumbará nas pedras da cidade de Santiago a súa voz profunda, grave, sonora, interpretando en inglés PERFIDIA, a extraordinaria canción do mexicano Alberto Domínguez que tarareo na versión de Nat King Cole... “... para qué quiero tus besos si tus labios no me quieren ya besar... Mujer...”
 Nosotros, James Ellroy y yo, ni fumábamos, ni bebíamos alcohol, dejábamos que las palabras fluyesen entre sorbo y sorbo de agua, protegidos del mundo, incluso de las bombas que caían sobre Pearl Harbor, entre las piedras de un castillo, del castillo que imaginó y sintió durante su estancia en Compostela, en su querida ciudad de Santiago a la que prometió volver para estar con sus amigos, sobre todo con Eri. Conmigo también. Dio una fecha, la de la publicación del segundo tomo de la nueva tetralogía de L.A., serán otras setecientas y pico páginas que leeremos con avidez.
Entonces, como ahora, retumbará en las piedras de la ciudad de Santiago su voz profunda, grave, sonora, interpretando en inglés PERFIDIA, la extraordinaria canción del mexicano Alberto Domínguez que tarareo en la versión de Nat King Cole... “...para qué quiero tus besos si tus labios no me quieren ya besar... Mujer...


Comentarios

Publicacións populares deste blog

La Aldea Maldita

Francisco Caamaño en el Ministerio de Justicia

San Pedro de Rocas en Cuarto Milenio