El mundo mágico de Álvaro Cunqueiro

Llegué a Cunqueiro, en plena adolescencia, recogiendo el libro que acababa de leer mi padre, “Un hombre que se parecía a Orestes”, novela con la que don Álvaro había ganado el Premio Nadal, que por aquél entonces era un premio literario de mucho prestigio y con grandes figuras de la literatura que le daban lustre por haberlo ganado. A pesar de ser un mundo, el creado por el escritor mindoniense, en el que yo aún no había entrado, algún poso con sabor intenso debió de quedarme porque acudí a la obra de Cunqueiro con mucha frecuencia.
“Merlín e familia” me hizo cunqueiriano definitivamente. Descubrir las tierras de Miranda y los mágicos lugares de Esmelle, de Belvís, lugares por los que paseaba el mago Merlín, el mismo que en otros tiempos y lugares había dado consejo y orientación al mismísimo rey Arturo, sirvieron para que don Álvaro se convirtiera en unos de mis escritores predilectos, uno de esos autores cuyas obras no me importa releer, y su querida Mondoñedo en lugar mágico que visitar. Poemarios como “Mar
ao Norde” ou “Dona de corpo delgado”, los relatos de “Escola de menciñeiros”, “Xente de aquí e de acolá” ou “Os outros feirantes”, o novelas como “Merlín e familia” o la extraordinaria “Crónicas do sochantre” con unos personajes fantasmagóricos que recorren las tierras de Bretaña, se han convertido en obras imprescindibles para mi.
Otra de las grandes aportaciones de Álvaro Cunqueiro a la literatura es a través de la gastronomía. Cunqueiro se consideraba un gran catador, pero gracias a sus obras, alguna con José María Castroviejo, muchos nos hemos aficionado a la gastronomía y a la literatura con retazos gastronómicos.

En uno de los programas Eirado que presento en
Comentarios
Publicar un comentario