Ángela Becerra y Ella


Hace unos días me leí la novela “Ella, que todo lo tuvo”, con la que la escritora Ángela Becerra ganó el Premio Iberoamericano de Narrativa Planeta – Casa América 2009 que en esta edición se falló en México D.F.
“Ella, que todo lo tuvo” tiene poco que ver con las novelas anteriores de Ángela Becerra. Hasta ahora, sus obras anteriores, De los amores negados (2003), El penúltimo sueño (2005) y Lo que le falta al tiempo (2007), encajaban bien en lo que alguien bautizó como “idealismo mágico”, una nueva etiqueta para una nueva interpretación de la expresividad de los sentimientos con ese toque tan peculiar que tienen algunos escritores latinoamericanos, recordemos que Ángela Becerra nació en Cali, se crió y vivió muchos años en su Colombia natal, sumado a un idealismo utópico y proselitista en lo relativo a las relaciones humanas y a la concepción de la sociedad, del mundo. Sus personajes anteriores eran claros, nítidos, definidos, con sus esperanzas y desesperanzas, con sus anhelos, sus pasiones y sus fracasos. Sus historias anteriores seguían unas pautas narrativas fáciles para el lector, sin que ello suponga un demérito en la escritura, al contrario.

Pero en 2004 tuvo lugar el viaje de la escritora a la ciudad italiana de Florencia. Allí se fijó en una mujer con la que no cruzó palabra pero que le dio una historia, para empezar totalmente diferente a lo que antes había contado en otros libros. Además, le dio la oportunidad de soltar mucho de lo que la autora llevaba retenido dentro, esas cosas que salen de uno cuando las circunstancias vitales las dejan fluir. Hay mucho de Ángela Becerra en “Ella” la protagonista de “Ella, que todo lo tuvo”, pero también en el puñado de personajes que tienen algo que decir en la novela. Al ser un desentrañamiento, algo visceral, la historia que la escritora colombiana nos cuenta es diferente, es complicada, dramática y desestructurada a conciencia. Complicada como la protagonista. La novela es Ella, los demás discurren en su devenir racional e irracional, congruente e incongruente. Es un exorcismo vital sobre fondo latinoamericano con brochazos mediterráneos. Si se tratara de otra escritora pensaría bien en existencialismo, bien en Prozac o derivados, LSD y whisky, todo mezclado. Siendo Ángela Becerra la autora, el brindis es con “margarita” o un vodka con hielo.

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