El aprendiz de escritor


El 23 de abril, el controvertido escritor Juan Marsé pronunció un memorable discurso literario y vital como aceptación del Premio Cervantes que le había sido concedido. Hasta la fecha, Marsé era para mí el autor de “Últimas tardes con Teresa” o “La muchacha de las bragas de oro”, con la que ganó el Premio Planeta en 1978. Obviamente tiene otros libros maravillosos, pero los que más me han marcado han sido esos dos, en los que demuestra que es un escritor de pueblo, del pueblo y para el pueblo, que logra y logró hacer de lo particular algo universal, con una sencillez en el lenguaje que lo aproxima a los lectores haciendo su obra algo imprescindible para cualquier lector que se precie.
Durante el discurso se refirió a si mismo como "el aprendiz de escritor". Lo dijo porque Cervantes era testigo, un testigo que empequeñecería a cualquiera, al igual que los otros escritores que citó. No sabe que él nos empequeñece a los demás.
Tal vez, su carácter indómito y aparentemente no plegable le ha generado arrugas en su perfil que, seguramente habrán influido positiva y negativamente en sus lectores. Su timidez le aparta de la vorágine, pero cuando se le pregunta, responde, y lo hace sin tapujos, claramente. Y sino que se lo pregunten a María de la Pau Janer el día que recogió su Planeta, Marsé era miembro del jurado aquel año y fue preguntado por la obra. Contestó lo que sentía, “yo he votado en contra, es una mala novela a la que se le nota demasiado la arquitectura” –dijo. Al año siguiente Marsé no estaba en el jurado y a María de la Pau no se le conocen más novelas.
Marsé dijo en su discurso de investidura algunas frases que deberían ser leídas diariamente por cualquier amante de la literatura, por cualquier escritor, lector, editor… y las dijo dentro de un discurso que yo considero memorable de principio a fin (se puede encontrar en Internet), por no decir magistral. Destaco una primera frase que dice:

…procura tener una buena historia que contar, y procura contarla bien, es decir, esmerándote en el lenguaje; porque será el buen uso de la lengua, no solamente la singularidad, la bondad o la oportunidad del tema, lo que va a preservar la obra del moho del tiempo.

O este párrafo en el que hace referencia a su catalanidad:

Como saben ustedes, soy un catalán que escribe en lengua castellana. Yo nunca vi en ello nada anormal. Y aunque creo que la inmensa mayoría comparte mi opinión, hay sin embargo quién piensa que se trata de una anomalía, un desacuerdo entre lo que soy y represento, y lo que debería haber sido y haber quizá representado. Dicho sea de paso,desacuerdos entre lo que soy y lo que podría haber sido en esta vida, como escritor y como simple individuo, tengo para dar y tomar, o, como decimos en Cataluña, per donar i per vendre. Mis apellidos, de no mediar el azar, podían haber sido diferentes, y mi vida también. Y puestos a elegir, la verdad es que yo hubiese preferido ser Ramón Llul o Miguel de Cervantes, por ejemplo, o Joseph Conrad, aquel marino polaco que, finalmente, escribió en inglés. En todo caso, con el nombre que tengo, con éste o con cualquier otro, nunca he querido representar a nadie más que a mí mismo.

Recomiendo a los amantes de las buenas lecturas (¿todavía existe en Santiago la Biblioteca de las Buenas Lecturas?) que se lean el discurso completo porque es un relato, una aventura, un cuento, lo que Marsé brindó al jurado y a los asistentes a la entrega del Premio Cervantes de este año.

Comentarios

  1. si que existe esa biblioteca en santiago...aviso a turistas y visitantes...en las casas reales,,frente a la iglesia de las Animas..recuerdo que de pequeño te llevabas a casa los libros de esa biblioteca forrados en un pael azul...jeje...el escaparate tiene una foto para los interesados en ver esos rincones que aun tiene la COmpostela y que muchos esperamos ver pronto sugeridos en algun nuevo libro tuyo...un saludo

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