Maurelle Islands
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Maurelle Islands recuerdan el paso de Mourelle y del primer oficial Bodega y Quadra por aquellas gélidas y peligrosas aguas varios años antes de la llegada del mítico Capitán Cook.

Pemón en la playa de Nutka
Toda la bahía de Bucareli, ese era el virrey de México cuando se realizó el descubrimiento, es de una belleza paisajística de primer orden. Sus islas son bosques interminables que llegan al mar. Es fácil ver en las estrechas franjas de playa a los ciervos y caribúes mirando asombrados el paso de alguna embarcación, a las enormes águilas calvas posadas majestuosamente sobre las ramas de algún cedro, colonias de nutrias nadando juntas en distintos lugares de la ensenada, tremendas ballenas jorobadas dando enormes saltos que las hacen emerger completamente del agua, provocando estruendos cuando sus enormes cuerpos chocan al caer con la superficie del mar. Son imágenes que estamos acostumbrados a ver en los
documentales de National Geographic o de Discovery Channel, pero que cuando eres testigo directo no sales de tu asombro. Finalmente, cuando llegué a la bocana de la bahía, donde el Pacífico mostraba toda su fuerza, en la punta más septentrional, el cabo San Bartolomé, pude ver una importante colonia de leones marinos.
El gallego de Corme, Mourelle de la Rúa, fue el primer europeo en navegar por aquellas aguas. Por entonces era segundo oficial de la Sonora, luego llegaría a ser almirante y sus restos están enterrados en el Panteón de Marinos Ilustres de Cádiz. Algo más de 200 años más tarde, ver el archipiélago que lleva su nombre, navegar por la bahía de Bucareli y sobrevolar las costas del sur de Alaska fue una experiencia inolvidable, sobre todo si recuerdo como le explicaba a algunos habitantes de Craig o de Ketchikan que aquellos nombres, extraños para ellos, eran de nuestros paisanos, que habían llegado allí antes que Cook.
¿Sure?- nos preguntaban pasmados.
Seguro.
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